Hace un mes comenzamos un
viaje a través del tiempo: descubrimos las ideas mágicas y la energía
liberadora que contienen las piedras preciosas. Hoy es el turno de la amatista,
una de las más antiguas e intrigantes.
La amatista es
transparente y sus matices varían entre el lila y el violeta. Se le han
otorgado distintas propiedades de acuerdo al punto de vista de cada
civilización. La mitología griega intentó explicar su aparición en base a la
triste historia de Amathystos, atrapada entre su promesa de castidad y los
deseos de Dionisio, el dios del vino. Él, culpable luego de que Artemisa
convirtiera a la muchacha en roca, dejó caer vino sobre ella y la tiñó, otorgándole
el color característico. Por otra parte, los egipcios la utilizaban fundamentalmente
para la disciplina del tallado, aplicada a figuras, sellos personales y joyas.
Los escritos valoran dos de sus dimensiones fundamentales:
- Armonía: se creía que podía aliviar los dolores de cabeza, los miedos y las turbulencias emocionales. Está muy vinculada con la sanación, la paciencia, la búsqueda del centro dentro de nuestro ser, aquel que encierra lo mejor que tenemos.
- Equilibrio: capaz de colocarnos en el ritmo y el lugar correctos, nos entrega objetividad. Intuición y determinación a la hora de elegir cuál será nuestro siguiente paso. Aleja el estrés y la inestabilidad, acercándonos al punto ideal de la balanza.
¿Cuántas veces sentimos que estamos caminando a un costado de la ruta? Su energía parece empujarnos para no descuidar los lados y siempre continuar en línea recta.
La amatista forma parte de la colección de joyas Rommanel. ¡Recorré nuestro catálogo y lucí su historia y poder!
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